15 febrero 2025
Sentarte una mañana de invierno frente a ti mismo, y contarte esas verdades que nunca quisiste, ni quieres, escuchar. Hablarte de por qué un día pensaste que la vida era un detrito al leer en el fondo de tus pensamientos que aquellos nobles deseos en que te forjaste castigaron parte de tu futuro por no querer o no saberlos abandonar. Darle golpes a tu inteligencia para que cual máquina electrónica averiada se arranque para que te cuente una vez más como se gestaron todas esas corruptelas y connivencias con el poder político, engendradas desde el poder que acaudillaba tu labor y que tú, como todos los lacayos de esos patanes del poder empresarial, tuviste que soportar, ver y callar. Pero con el tiempo, ante la sorpresa de todos, resulta que se empezaron a conocer … y tú no puedes dejar de esbozar una ácida sonrisa cuando los ves caer o al menos los ves en el banquillo, que, aunque no es lo mismo, (pocos acaban en el trullo), algo es algo.
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