06 agosto 2025
- Hay cosas que aún me maravillan a mí mismo, y lo son precisamente por eso: porque, a pesar de mi edad, me siguen atrayendo. No hablo de placeres materiales ni de tentaciones sensuales, sino de escenas de mi deporte favorito, de películas en blanco y negro que resisten el paso del tiempo, o de libros que cuanto más antiguos, más sabios me parecen: "La conjura de los necios", "Sostiene Pereira", "El extranjero" de Camus o toda la obra de Benedetti y la del gran Gabo.
- La edad no es decadencia. La verdadera decadencia comienza cuando dejamos de tener ilusiones, cuando nuestra agenda se vacía de propósitos, cuando nos volvemos invisibles por decisión propia o por conflictos absurdos que nosotros mismos alimentamos, como esas riñas familiares que surgen generadas de los intereses creados por las segundas nupcias de las antiguas y nuevas familias, tan comunes hoy.
- Pero no debemos rendirnos. Hay que luchar por ocuparnos, por ser empáticos, por estar atentos a los demás sin perder la dignidad ni la inteligencia emocional. La vida se trata de consolidar vínculos: personales, familiares y, antes que todo, cuales fueron los profesionales que nos trajeron hasta aquí.
- Se trata de crear adictos a nuestra energía, a nuestra presencia. No pierdas nunca de vista tus ilusiones. El día que no tengas objetivos, el día que no tengas amor para dar, ese día empieza a apagarse la vida.
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