19 julio 2025
- Alguna vez, ya no me acuerdo, pequé de olvidarme del pecado de ser feliz, aún y queriéndolo ser. Nadie me lo reprochó nunca, solo yo quise hacerlo, mi profesión era casi todo mi mundo, pero me olvidé de contármelo. Ahora todo pasó, Ella me salvó, me arrastró hasta el mundo de los vivos, vivo, soy feliz y adoro serlo.
- Desde entonces, aprendí que la felicidad no se suplica ni se esconde: se vive con la piel, se celebra en silencio y se agradece con el alma. Ella no fue solo salvación, fue memoria, fue vida. Porque a veces, basta una presencia luminosa para recordarnos que estamos hechos para la alegría, incluso cuando lo olvidamos.
Tienes razón y yo creo que la felicidad esta en las pequeñas cosas. Te mando un beso.
ResponderEliminarSí, escritora.
EliminarUn fuerte abrazo, Judit
Asi es la vida, solo momentos que hay que disfrutar. Un abrazo y bello domingo.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias, María Rosa.
EliminarFeliz domingo
Que importante y valioso es tener esa presencia luminosa cerca que guíe nuestros pasos y nos recuerde la importancia de ser felices. Tan importante como estar conscientemente presentes para percibir esa presencia luminosa y dejarnos guiar por su luz.
ResponderEliminarAbrazos
Una gran suerte, Cecilia. Gracias.
EliminarFeliz domingo
Profunda reflexión, querido Enrique, esas primeras palabras. Certezas las segundas.
ResponderEliminarLlevas tiempo caminando hacia esta «esencia» de la vida.
Fuerte abrazo, amigo!
Siempre tan amable, querido amigo.
EliminarFeliz domingo, Ernesto.
Tener a nuestro lado a quien nos rescate del olvido, es una bendición, Enrique, un abrazo!
ResponderEliminarAy, María Cristina, una suerte y, a veces, un milagro.
EliminarFeliz domingo.
Un texto profundo. Me encanto leerte. Abrazos
ResponderEliminar