07 julio 2025
- No sé si sabré alguna vez dónde están los límites de eso que suele llamarse "pasárselo bien" o bien eso de "vamos a disfrutar de las fiestas" y para ello me hacía yo, hoy, esta pregunta que a su vez me hacen algunos cariñosos, sesudos y veteranos amigos del colectivo "siempre me pongo del otro lado digas lo que digas y no lo hago por fastidiar".
- La realidad será la que es, pero sí es cierto que habrá una forma de interpretar esas voces desde el prisma del ahora llamado "edadismo" donde todos te dicen "es que tú nunca has sido joven" o bien desde el necesario escenario del desahogo que para muchos jóvenes y no tan jóvenes que interpretan a su manera donde están los límites o hasta incluso los ignoran.
- Fiesta, Costumbre o Libertinaje ... ¿That?
- En última instancia, los límites del disfrute social y en particular de la fiesta, parecen trazarse no tanto por normas fijas como por convenciones generacionales. El edadismo, muchas veces velado bajo la forma de consejo o experiencia, opera como un filtro que invalida otras formas de goce ajenas al canon temporal dominante. Como escribió Italo Calvino, “la tradición no es el culto de las cenizas, sino la preservación del fuego”; quizá lo que está en juego no sea tanto preservar formas, sino comprender sentidos. Interpretar sin prejuicios el deseo de celebración, venga de quien venga, es también un acto de madurez y de convivencia.
Hay quienes no quieren cambiar. Ni siquiera aceptan que es inevitable... que todo cambia y que va a seguir cambiando además.
ResponderEliminarAbrazo hasta vos allá.
La salud de las costumbres debe permanecer inalterable, amigo Perrotti. Así es.
EliminarUn fuerte abrazo.
Interpreto sin prejuicios. Y desde luego fuera de edadismo alguno.
ResponderEliminarLa imagen, la fiesta, ¿la simple estupidez humana?
Fuerte abrezo, amigo Enrique.
Se lo he escrito arriba a nuestro amigo Perrotti y que aquí reitero, amigo Ernesto: Interpretar sin prejuicios el deseo de celebración, venga de quien venga, es también un acto de madurez y de convivencia.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo y Gora San Fermín.
Pues siento disentir amigo Enrique... :)))))
EliminarEn Lekeitio, País Vasco, la fiesta y la tradición marcaba que se ataba en una cuerda que iba de lado a lado en la ría gansos por las patas. Cabeza abajo. Y los jóvenes se tiraban al agua cogían al ganso por el cuello y tiraban y tiraban hasta que el ganso se quedaba sin cabeza.
Semejante tradición fue sustituida por gansos que ya estaban muertos.
No recuerdo en qué pueblo de la España y no sé si vaciada, la fiesta y la tradición marcaba que desde el campanario del pueblo se tirase viva una cabra...
Que está claro que viva no llegaba al suelo. Dicha fiesta y tradición ha sido suprimida.
Abrazos Enrique.
No puedo disentir contigo, amigo Ernesto, tienes toda la razón, corregir el modo de como celebrar sus más notables tradiciones y llevarlas a una praxis aceptable para un mundo (aparentemente), más civilizado ha sido una constante labor de la humanidad a medida que el tiempo nos ha hecho, precisamente, más civilizados. En diversas culturas de la antigüedad, se practicaron sacrificios humanos, tanto de hombres como de mujeres, para honrar a los dioses y hoy, afortunadamente, eso ya no se hace, aunque, eso sí, la especie humana sigue siendo obstinadamente estúpida y sigue siendo la única que tiende a la autodestrucción.
EliminarHay veces que nos cuesta comprender sentidos, pero las tradiciones están ahí y seguirán. Sin ser crítica, lo he visto en directo y a mí no me gusta, es más me pone de los nervios. Pero cada cual es libre de su decisión. Gracias.
ResponderEliminarBuena semana Enrique.
Un abrazo.
Sí, quizás lo más importante será entender que las costumbres deben sobrevivirnos eternamente.
EliminarUn abrazo, Laura.
Hay tradiciones que se viven como tales, se internalizan de una manera que no importa el riesgo que impliquen. Como yo soy muy cag... nunca me anotaría, si hasta los gags en los que se tiran tortas en la cara me molestan! Que cada quien disfrute lo suyo, a los demás no nos debe molestar, un abrazo Enrique!
ResponderEliminarJajajaja, ay, María Cristina, yo estoy contigo, podré ser un gran amante de las tradiciones, pero ponerme a hí a correr delante, detrás o debajo de las patas de los toros, no me veo.
EliminarFeliz martes.
Yo soy contradictorio... Nunca voy a los toros, pero suelo ver los sanfermines... Supongo que es esa dualidad que nos empapa, queramos a no.
ResponderEliminarDesde luego, el día que la "fiesta" se extinga, se extinguirán los toros (salvo que el gobierno, cosa que no creo, se ocupara de ellos...)
Otro abrazo, amigo
Yo, seguramente, soy tan contradictorio como tú, amigo Ildefonso, ni toros, ni encierros, pero alguna vez los veo y me refiero a los encierros. Un asunto controvertido y, ah, claro está, sin corridas de toros, no habría toros, es decir, se extinguiría la raza.
EliminarUn abrazo de miércoles, maestro de la fotografía.