Fotografía
de Kees Scherer
22 mayo 2025
- Casi setenta años después, aún puedo
recordar a mi más querido cuarentón cogiéndome de la mano para meterme en
aquellas oscuras aguas de la Playa de la Barceloneta de los 50.
- La vida nos traído hasta aquí y yo le
agradezco que me haya dejado hacerlo pues con ello he tenido tiempo de poderle
agradecer a Él (y a Ella), cuanto hizo por mí, por darme una educación que me
sirvió para volar del nido muy joven, por su amor, por su dedicación y por
poderle, así, pedir un silencioso y profundo perdón por todos aquellos años en
que los puse en la memoria de mi tiempo pasado y me dediqué a darle todo mi
amor a mi nueva familia iniciando el vuelo alto desde aquel nido que nunca he
podido olvidar, aunque, desgraciadamente y para mí, durante mucho tiempo, me
pareció lo contrario. Mi mayor pena fue no estar a su lado el día de su último
adiós. Las mil ocupaciones y un lejano destino profesional me llevaron a ello,
a no ocuparme de preparar ese momento.
- Vivir para
ver, para pedir perdón ... para saber perdonar.
El perdón te permite seguir adelante. Te mando un beso.
ResponderEliminarSerá así, querida Judit. Gracias.
EliminarUn fuerte abrazo, escritora
Entrañable recuerdo, toma de conciencia, y determinación!
ResponderEliminarAbrazos Enrique.
Siempre queda ahí, amigo Ernesto, siempre.
EliminarUn fuerte abrazo.
Como nos dices hay ocasiones como las que nos describes en las que hay cosas que las hacemos ya fuera de tiempo, pero por lo menos lo hacemos.
ResponderEliminarSaludos.
Más vale tarde que nunca, eso se dice, amigo Tomás, pero hay algo que siempre está ahí y que no puedes evitar. Ojalá pudiera parar el reloj y retrocederlo hasta ese tiempo que los perdí.
EliminarUn fuerte abrazo, Tomás.
Pedir perdón, saber perdonar, nunca es tarde para ello y cuando uno es padre perdona siempre.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Así lo creo yo también, soñadora, pero esa herida me queda.
EliminarUn fuerte abrazo.