“La fidelidad es el esfuerzo de un alma noble para igualarse a otra más grande que ella.” — Johann Wolfgang von Goethe
Escribo en este rincón olvidado y escondido del mundo para pasar inadvertido, no quiero ser, sólo estar
“La fidelidad es el esfuerzo de un alma noble para igualarse a otra más grande que ella.” — Johann Wolfgang von Goethe
Es una metáfora visual de la propuesta de hoy: mirar el horizonte con dignidad, tomar la batuta, y encender la esperanza en medio de la sinrazón.
11 octubre 2025
- La política se ha convertido en un espectáculo de egos, y el desinterés por el futuro crece a medida que disminuye la edad. ¿Cómo sobrevivir a esta sinrazón? ¿Cómo recomponer un presente que parece desmoronarse?
- Nos toca a nosotros, los mayores y no tan mayores, tomar la batuta. No para imponer, sino para inspirar. Para recordar que el futuro no es una amenaza, sino una promesa. Que educar, trabajar con dignidad, gobernar con ética y convivir con respeto no son utopías, sino deberes.
Aquí cuatro rebuscadas citas que pudieran acompañar este despertar:
“La mejor manera de predecir el futuro es creándolo.” — Peter Drucker
Porque no basta con esperar: hay que actuar, sembrar, construir.
“Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.” — Miguel de Unamuno
Porque el pasado nos enseña, pero no debe encadenarnos.
“El futuro comienza hoy, no mañana.” — Juan Pablo II
Porque cada gesto ético, cada palabra justa, cada acto de ternura cuenta.
“La educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a aquellos que se preparan para él en el día de hoy.” — Malcolm X
Porque sin educación no hay ciudadanía, ni libertad, ni esperanza.
- El mundo no está perdido, está esperando. Esperando que lo miremos con ojos de infancia y manos de adulto. Que dejemos de lamentarnos y empecemos a recomponer. Que premiemos a quien gobierna con justicia y a quien trabaja con entrega. Que demos a nuestros hijos y nietos algo por lo que luchar y en lo que creer.
- Tomemos la batuta. No para dirigir, sino para armonizar. No para imponer, sino para inspirar. Que nuestro presente sea digno, eficaz y ejemplarizante. Porque si el futuro es su salvación, el presente es nuestra responsabilidad.
- Hay mañanas en las que la luz se cuela tímidamente por las rendijas de la persiana mal cerrada. No es un error: es una caricia. Un recordatorio de que, a pesar de todo, seguimos aquí. Respirando. Pensando. Amando.
- Para quienes viven con una enfermedad crónica, degenerativa o invalidante, cada día puede parecer una batalla silenciosa. Pero también puede ser una celebración íntima de la vida. Porque la fuerza mental que se requiere para aceptar, adaptarse y seguir adelante no se mide en músculos, sino en alma.
“El alma libre es rara, pero cuando la ves, lo sabes. Te alegra estar cerca de ella.” — Charles Bukowski
- No importa la edad. Lo que importa es saberse vivo. Reconocer que el don que Dios nos dio al nacer (la conciencia, el amor, la capacidad de sentir), persiste. Que aún podemos rezar, recordar, emocionarnos con la lágrima de un niño o con el abrazo de esos pequeños gigantes que llamamos nietos.
- La inmovilidad, parcial o total, no impide enamorarse. Ni seguir enamorado de aquel primer y único amor que nos acompaña desde la juventud. No impide querer a los hijos, ni sentirse querido por los amigos, ni descubrir nuevas almas buenas en el camino que nos ofrece esta nueva realidad.
“La vida no se trata de encontrarse a uno mismo, sino de crearse a uno mismo.” — George Bernard Shaw
- La vida es bella. No por lo que hacemos, sino por lo que somos. Por lo que sentimos. Por lo que damos. Porque cuanto más le entregamos, más nos devuelve. Porque incluso desde una cama, desde una silla, desde el silencio, podemos ser luz para otros.
- Y cuando desde el otro lado de la cama alguien nos mira con amor (ese amor que ha resistido décadas, que ha envejecido con nosotros sin perder su ternura), entonces comprendemos que estamos salvados. Que ese respeto, esa admiración mutua, esa compañía silenciosa, es una tabla de salvación hecha de afecto, de memoria y de fe.
- La vida, incluso en su forma más limitada, puede ser intensa. Puede ser luminosa. Puede ser digna. Porque no son las circunstancias las que determinan su valor, sino la forma en que decidimos vivirlas.
“La esperanza es el sueño del hombre despierto.” — Aristóteles
Hoy, celebremos la vida. En cualquier estado. Con cualquier cuerpo. Con toda el alma.
“La educación no es la preparación para la vida; la educación es la vida misma.” — John Dewey
“La fuerza no proviene de la capacidad física, sino de una voluntad indomable.” — Mahatma Gandhi
“Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida.” — Pitágoras
"Espero que al recibo de la presente te encuentres bien, en compañía de los tuyos""Sin más novedades por aquí, paso a contarte...""Te escribo estas líneas con el deseo de que esta misiva te halle con salud y buen ánimo.""Recibe un fuerte abrazo de quien no te olvida.""Con el cariño de siempre, me despido hasta la próxima.".
Todos iban y venían, pero él siempre estaba allí cuando todos se iban. ¿Él? – ¿Y quién es él? – Él eran dos, mi Avi Enric, que aparecía cuando le parecía bien, aunque yo siempre pensé que él estaba detrás de las cortinas del fondo de la gran sala donde yo yacía y cuando no había nadie, allí estaba él con su fiambrera de aluminio y su tortilla de patatas válida, tan solo, para dioses, para que yo la devorara, aún muerto de dolores y de problemas, con mis nueve primorosos años. El otro era Manuel, un chico negro, o eso me parecía, gordo muy gordo y que andaba con mucha dificultad, hacía lo mismo que mi Avi Enric, aparecía, con su bata de enfermo de hospital, aparecía sin que yo me enterase. Se sentaba junto a la ventana y me contaba lo maravilloso que era el mundo exterior: “Enric, hay ahí unos árboles gigantes que están deseando verte, y más abajo, en el jardín, hay un montón de flores esperando que pases tú para cogerlas y así llenar el alma de tu Mamá que bastante está sufriendo, la pobre, con lo tuyo”.Manuel era así, a él nunca nadie le venía a ver, o eso me decía, pero que los suyos, aunque estaban muy lejos, se contactaban con él a través del aire que insufla el alma cuando nota que necesita el flujo del adivino que quiere y nos hace creer que algo existe.Un buen día Manuel dejó de venir y al otro también y yo empecé a extrañarle, Pensé que se habría enfadado conmigo por mis constantes quejas sobre mis dolores. A las dos semanas me pude levantar y me levanté, me acerqué a la ventana en la que solía sentarse Manuel a contarme cosas y me di cuenta que la vista era horrorosa pues daba a un patio interior del Clínico. Llamé a la enfermera y le pregunté por Manuel. Me dijo que no sabía quien era. Me salí al pasillo y busqué en la sala contigua, pregunté por Manuel; “Sí, ese chico gordo, muy gordo, negro, o mulato, y que …” – Una enfermera se arrodilló ante mí, me cogió por los hombros y me dijo; “Tu debes preguntar por Maymûm, y tú debes ser Enric: Maymûm era ciego, su diabetes y su obesidad mórbida lo tenían muy atado a este hospital, intentó arreglar sus problemas y no pudo ser, una mañana de hace dos semanas se lo llevaron al quirófano pero no volvió nunca aquí, se fue a un lugar donde nadie puede verlo, pero me dijo que si no volvía, pero si tú venías a verlo, que no pensaras que se había olvidado de ti, solo se había ido con sus padres a los que hacía ya mucho tiempo que no veía, pero que algún día os volverías a ver”.
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