29/10/25

Contra el miedo fabricado: una llamada a la razón y a la esperanza

 

29 octubre 2025

- Vivimos tiempos en los que el ruido digital se ha convertido en un arma de confusión masiva. Cada día, desde los Reels de TikTok, Instagram, Facebook o YouTube, se nos bombardea con mensajes fatalistas, teorías conspirativas y afirmaciones crueles que buscan sembrar el miedo entre quienes menos herramientas tienen para defenderse. Se habla de estelas de aviones como si fueran veneno, del agua potable como si fuera un instrumento de exterminio, y de la Sanidad Pública como si tuviera un plan para eliminar a los más vulnerables. Todo eso es falso. Radicalmente falso.

- Estas ideas no nacen del conocimiento, ni del amor por la verdad, sino del interés de los extremos sociales y políticos que se alimentan del caos. Cuanto peor esté el mundo, mejor para ellos. Y lo más preocupante es que estas mentiras se difunden en los espacios donde más daño pueden hacer: entre quienes no leen, no se educan, y tienen en las redes sociales su única fuente de información.

- No podemos permitir que nuestro intelecto sea gobernado por estas tendencias. No podemos seguir tolerando la ineficacia de los poderes políticos, sociales y económicos que han perdido la capacidad de coordinar, comprender y ejecutar soluciones reales. Es urgente restaurar los valores que alguna vez sostuvieron a la sociedad: aquellos que ponían a la persona en el centro del interés común.

- Un viejo amigo me dijo una vez: “Enrique, esta sociedad se sostenía sobre tres pilares: Religión, Familia y Contrato. ¿Dónde están hoy?. Tal vez esos pilares ya no sean esenciales en su forma original, pero sí en su espíritu. Podemos y debemos construir un nuevo modelo que devuelva a la persona su dignidad, su protagonismo, su valor.

- Mientras eso no ocurra, el futuro se presenta sombrío. Pero yo sigo creyendo (como siempre ha ocurrido en la historia), que la humanidad sabrá recuperar su centro. Sabrá volver a la prosperidad moral, social, intelectual e identitaria. Rezo con todas mis fuerzas para que así sea. Para que nuestros sucesores puedan habitar un mundo digno, justo y apto para ellos.

Al final, siempre debe quedar un grito en favor de la esperanza
Un recordatorio sereno pero firme: no todos hemos abandonado el mundo de la razón. Aún estamos a tiempo de rectificar. Aún podemos devolver a la persona su lugar central en el tejido de los poderes. Si la humanidad logra reencontrarse con su centro (moral, social, intelectual e identitario), entonces nuestros sucesores podrán habitar un mundo digno, justo y apto para ellos. Yo, al menos, seguiré rezando con todas mis fuerzas para que así sea.

27/10/25

A los que sienten que ya no queda nada

 


27 octubre 2025

- Hoy escribo por ellos. Por los amigos que se sienten lejos, incluso cuando están cerca. Por los que viven entre diagnósticos imprecisos, dolores que no cesan, y silencios que duelen más que cualquier enfermedad. Por los que, como mi amigo XXX, me confiesan con ternura y resignación: "Enrique, no estoy mal, pero tampoco estoy bien. Solo soy feliz cuando duermo. Me levanto por dolor, no por deseo. Y ya no siento que haga nada yo por aquí."

- Y yo, desde mi propia limitación física, desde esta distancia que no es solo geográfica, me pregunto: ¿Cómo abrazar a quien se siente deshabitado por dentro? ¿Cómo recordarle que vivir, incluso con grietas, sigue siendo un regalo?

- No tengo fórmulas mágicas. Pero sí tengo palabras. Y las palabras, cuando se dicen con el alma, pueden ser abrigo. Les digo: 
  • Que la vida no exige grandes gestas, sino pequeños gestos. 
  • Que aún se puede viajar con la imaginación, con la música, con una llamada inesperada. 
  • Que aún se puede amar, aunque sea en silencio, aunque sea recordando.
  • Que el dolor no borra lo vivido, ni lo que aún puede vivirse. 
  • Que los hijos y nietos, aunque distantes, siguen siendo parte de nuestra historia, y a veces basta una carta, una foto, una videollamada para encender una chispa.
- A ti, XXX, y a todos los que sienten que ya no hacen nada por aquí: Tu sola existencia ya es un acto de resistencia. Tu memoria, tu voz, tu forma de mirar el mundo, aunque cansada, sigue siendo valiosa. Y si alguna vez te falta la fuerza, recuerda que hay amigos que, aunque no puedan estar físicamente contigo, te llevan en el corazón. Yo soy uno de ellos.

- Cuando el dolor es ajeno, lo analizamos con serenidad; pero cuando intuimos que podría rozarnos, nos invade el vértigo. Y, sin embargo, es en ese vértigo donde empieza la verdadera comprensión: no como juicio, sino como abrazo, abrazo que debemos hacer llegar, siempre, a quien lo necesite, aunque no nos lo pida.

- ¡¡¡Vivamos!!!


25/10/25

Amar a cierta edad: ni milagro ni nostalgia, sino elección


25 octubre 2025

- A los setenta y tantos años, el amor ya no es promesa ni conquista. Es presencia. Es saber que uno ha sido querido (sí), pero, sobre todo, que aún puede querer. Porque lo que sostiene la vida no es tanto lo que recibimos, sino lo que seguimos siendo capaces de ofrecer.

- He aprendido que sentirse querido es un regalo, pero saber amar es una decisión. Y esa decisión, cuando se toma cada día, ilumina incluso los rincones más sombríos de la edad. No hay edad para dejar de amar. Hay edades en las que amar se vuelve más urgente, más limpio, más libre de expectativas.

- Sé que el mundo no cambiará por mí. No se detendrá si me detengo, ni se perderá si me pierdo. Pero sí sé que mi pequeño mundo (el de los que me rodean, me quieren y quiero), puede ser un poco más amable si yo elijo amar. Si elijo mirar con ternura. Si elijo no rendirme al cinismo ni al desdén.

- Porque el amor, a esta edad, no es solo un sentimiento. Es una forma de estar. De resistir. De decir: “Aquí estoy, aún tengo algo que dar”.

- Y sin embargo, me asaltan preguntas que no sé responder del todo, aunque las haya formulado repetidamente antes aquí y otras acullá, aunque las haya sentido en carne y alma:
¿Se puede vivir sin amor?

¿Se puede vivir sin querer a nadie?

¿Se puede ser rico en bienes y pobre en sentimientos… y seguir llamando a eso vida?

¿Se puede vivir a cierta edad sin ser visto, sin ser mirado, sin ser nombrado? ¿Se puede vivir siendo invisible?

- No tengo respuestas definitivas. Pero sí tengo certezas que me acompañan como abrigo: que el amor no se gasta, que la ternura no caduca, que la presencia (aunque silenciosa), es una forma de resistencia. Y que mientras yo pueda seguir amando, seguiré siendo visible. Al menos para quienes me importan. Al menos para mí.

- Mario Benedetti escribió una bendita frase que parece escrita para este momento:
“La única forma de vencer al tiempo es amar. Porque el amor no envejece, no se oxida, no se rinde.”

23/10/25

Revolución sexual: tres estaciones y una brújula

 


23 octubre 2025

- (1) Viví el sexo bajo el franquismo como un rumor clandestino. No era ausencia, sino exilio: se hablaba en clave, se deseaba en silencio, se reprimía con sotanas y decretos. El cuerpo era territorio vigilado, y el placer, sospechoso. Pero incluso allí, en la penumbra, había ternura, complicidad, y una ética del cuidado que no dependía de la ley.

- (2) Luego llegó el destape, la democracia incipiente que confundió libertad con exhibición. Se rompieron tabúes, sí, pero también se mercantilizó el deseo. El cuerpo se volvió espectáculo, y el sexo, consigna. Fue una etapa de apertura, de aprendizaje, de errores necesarios. Nos enseñó a nombrar lo innombrable, aunque a veces sin saber cómo sostenerlo.

- (3) Hoy, en el desmadre digital, el sexo se ha vuelto algoritmo, performance, moneda. Hay más libertad que nunca, pero también más ruido. Se habla de consentimiento, de diversidad, de placer sin culpa. Pero también se banaliza, se sobreexpone, se pierde el hilo entre lo íntimo y lo público. ¿Es esto progreso? ¿O una nueva forma de desorientación?

- No todo fue bueno, ni todo es malo. El pasado nos dio pudor, pero también represión. El presente nos ofrece libertad, pero a veces sin brújula. No se trata de elegir entre moral o caos, sino de reconocer que el sexo, como la vida, necesita verdad, ternura y contexto.

- Quizás no somos tan buenos como dicen unos, ni tan perdidos como temen otros. Somos hijos de una historia que aún busca amar sin miedo y desear sin culpa. Y si algo debemos al pasado, es la conciencia de que el cuerpo no es solo objeto de consumo, ni campo de batalla ideológica: es lugar de encuentro, de dignidad, de memoria.

- Como escribió Albert Camus: "La libertad no es poder hacer lo que se quiere, sino saber lo que se quiere hacer."


21/10/25

Cuando la señora del silencio final llama: un abrazo lúcido al final del camino



21 octubre 2025

- "¿Si la muerte pudiera hablar?"… es de lo que quiero hablar en este post de hoy. Un supuesto que parece un tema tabú para muchos, no sé si para mí también, por eso he decidido hoy, pletórico de felicidad y de salud cerebral apasionada, tocar el tema.

- Si la muerte pudiera hablar, si se hiciera tangible o audible y me dijera: "¡Deja todo, que nos vamos! Se acabó tu tiempo". ¿Qué le contestaría yo? ¿Y tú?

- A veces pienso que, para los de mi generación, esa escena no es una fantasía, sino una certeza que se aproxima con pasos silenciosos. Y entonces me imagino respondiéndole: ¿Podemos esperar a mañana? Pero si me dijera que no, que es ahora, le diría: Entonces vámonos cuanto antes. No quiero que nadie sufra viendo mi agonía.

- Aunque no sé si eso sería verdad. Tal vez me pondría a llorar. Tal vez no. Lo que sí sé es que lo primero que haría sería abrazarla a Ella. Fuerte. Sin soltarla. Intentaría fundir sus huesos con los míos. Le pediría que no me llorase, que viviera su tiempo con la gente que la quiere, que no perdiera la vida por mi marcha. Le pediría que se dedicara a ellos, a Ella, que tanto ha sufrido conmigo, que ha hecho de mis males algo llevadero.

- Me invadiría un pánico terrible por no haber previsto esta situación: ¿Dónde están los papeles? ¿El testamento? ¿Las escrituras? ¿La lista de cosas por hacer cuando el otro yo se va? ¿Los contratos de agua, luz, títulos de propiedad…? ¡Qué horror! Pero no. Tengo casi todo hecho. Es como si la guadaña la hubiera visto venir. Todo está en orden. Incluso mi carta de despedida… aunque debo renovarla.

- Tengo asumido que esto ha de pasar. Y lo digo con alegría y con tristeza. Alegría por lo vivido. Tristeza por tener que irme algún día. Estoy preparado, lo cual no significa que no le tenga miedo a la Parca. Claro que le tengo miedo.

- Pero más que a la muerte, temo dejar a los que amo en situaciones incómodas, sin guía, sin instrucciones. Por eso he escrito, previsto, anotado. Porque sé que la Señora de la Muerte no avisa. Y por eso animo a todos a hacer lo mismo: Poner las cosas sobre la mesa, bien resueltas o al menos indicadas.

- No quisiera terminar este inesperado texto sin un grito esperanzado para quien quiera y/o pueda oírme:
Y si la muerte llegara hoy, que me encuentre con los brazos abiertos, no por rendición, sino por gratitud. Que sepa que viví con intensidad, que amé sin medida, que dejé huellas claras para quienes siguen el camino. Que mi partida no sea un eclipse, sino una aurora para los que quedan. Porque cada adiós bien dicho es también una bienvenida a la memoria, al legado, a la vida que continúa. No temo a la Parca si sé que mi amor, mis gestos, mis palabras, seguirán latiendo en los corazones que toqué. Que venga cuando quiera, pero que sepa que aquí vivió alguien que supo despedirse con alegría.

19/10/25

El lujo de vivir con los ojos cerrados

 


19 octubre 2025

- Hay días en que no hace falta caminar para viajar. Basta cerrar los ojos y dejar que la memoria trace su mapa. Entonces aparecen, uno a uno, los lugares que me han hecho ser quien soy: la cafetería del descafeinado, la panadería donde el pan aún olía a infancia, la tienda de frutas que parecía un poema de colores. Aquella esquina frente al quiosco donde, en 2017, la vida me recordó que también se puede caer con dignidad. Y el mismo quiosco, claro, donde los veteranos nos reuníamos para hablar de nuestras pequeñas victorias: al amor, a la Hacienda Pública, y a la costumbre de seguir soñando.

- Paso por delante de las obras que dirigí, y aún me nace el orgullo de poder decir, como entonces: “Esta obra la hice yo”. Lo digo para mí, para el peón, para el oficial, para el encargado, y para ese yo que aún camina conmigo. Me siento en los bancos frente al mar, donde el viento me saluda como un viejo amigo. El cajero de Fontana, mis mil fotografías de siempre lo mismo, pero nunca iguales, porque la luz cambia, porque la señora del bastón pasa distinta, porque el perro de Arquímedes ladra con otro tono, porque el fontanero de la Playa silba otra melodía.

- Todos esos lugares me han dado felicidad profesional, social e íntima. Me han enseñado que el sol puede nacer al ritmo de la memoria. Y que, incluso sin estar allí, puedo volver. A veces, muchas veces, me basta cerrar los ojos.

- La nostalgia no es pecado. La felicidad, menos. Y ambas, cuando se montan en mi barco de la imaginación, me hacen sentirme vivo, transparente, cansado, pero activo. Y, a veces, lúcido.

- Como dijo el gran Albert Camus: “La felicidad es la mayor de las conquistas, la que hacemos contra el destino que se nos impone.” Y yo añado: vivir es un lujo y por ello me siento bien gritando que hay que enamorarse de la vida, abrazarla y no soltarla hasta que me/nos obliguen. El amor me hace fuerte. La imaginación, me sostiene.


17/10/25

Declararse voluntarios del mundo que se queda

 

17 octubre 2025

- Hay una generación que camina entre nosotros con la discreción de quien ya no exige, pero aún sostiene. Nacidos entre 1940 y 1959, muchos de ellos fueron pilares de familia, obreros de la vida, consejeros en la mesa del comedor… y ahora, ¿qué lugar ocupan?

- La invisibilidad se ha vuelto su sombra. Quienes ya no pueden ayudar físicamente, que no cargan nietos ni arreglan tejados, parecen condenados al olvido. ¿Merecen eso quienes nos enseñaron a caminar, a pensar, a resistir?

- La sobrecarga silenciosa de otros, aún válidos, es también injusta. Abuelos que cuidan nietos, cocinan, limpian, y sostienen hogares para que los hijos trabajen y vivan con más comodidad. ¿Se les agradece? ¿Se les reconoce?

- Como cantaba Serrat en a quien corresponda: "Que a los viejos se les aparta / Después de habernos servido bien". ¿Es esta la herencia emocional que queremos dejar?

- No es solo queja. Es reflexión. Tal vez algunos no han sabido encontrar su nuevo papel. Tal vez otros no han sido invitados a ocuparlo. Pero lo cierto es que todos merecen presencia, escucha y gratitud.

- Y si el mundo parece girar demasiado rápido, que no nos arrastre la indiferencia. Los de cierta edad, válidos o no tan válidos, pueden aún declararse voluntarios del mundo que se queda. Ese mundo que no corre, pero acompaña. Que no produce, pero cuida. Que no brilla en redes, pero ilumina con su experiencia.

- Porque quedarse no es rendirse. Es elegir estar. Es ofrecerse como abrigo, como memoria, como voz que aún tiene algo que decir.

- A todos ellos: La empatía, el humor, el ánimo constante, el apoyo sincero… son formas de seguir siendo imprescindibles. No se declaren vencidos: declárense aptos para todo lo que haga falta, donde sea necesario.

- Porque la edad no es un ocaso, sino una cima desde la que se ve más claro el valor de lo vivido. Y desde esa altura, aún pueden tender la mano, mirar con ternura, y ser faro para quienes vienen detrás.”

No se abandonen, compañeros. Háganse querer, luchen por su espacio con alegría y firmeza. No desde la queja, sino desde la certeza de que aún tienen mucho que ofrecer a quienes los rodean.

Siempre amanece: estímulos para la supervivencia

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