06 noviembre 2025
- Me desperté en mitad de la noche, de esas que parecen no tener fin. La casa en silencio, el mundo detenido.
- Me senté al verla: su rostro, iluminado por la luz temblorosa del televisor, parecía custodiar los sueños más dulces. Dormía plácidamente, como si el tiempo no hubiera pasado. La misma cara, la misma paz, la misma belleza serena que me enamoró hace ya 59 años.
- Su gesto era dulce, despreocupado, feliz. Y yo, en mi largo silencio, contemplándola sin saber cómo celebrar tanta fortuna.
- Todo parecía tan tranquilo, tan eterno, que tuve que decírmelo: qué suerte tengo, parece que el cielo ha estado siempre aquí, a mi lado.
- Quizás sea un mensaje que el Creador nos da a conocer como premio a nuestra persistencia y que desde el más profundo sueño surge como una estimable sentencia: El amor, cuando es verdadero, no envejece, se transforma en hogar, en refugio, en milagro cotidiano.
- Feliz día y, ah... poneros piedras en los bolsillos, viene vendaval.
El amor es lo que mueve al mundo, querido Enrique. Es bonito detenerse por un momento para contemplar todo lo que nos rodea. Qué pocas veces lo hacemos, cuando siempre vivimos con prisas. Y hacer lo que haces tú, es algo maravilloso. Observar a tu amada, y venerarla, acariciarla con tus ojos, abrazarla con tu alma, desde el silencio.
ResponderEliminarEspero que no sea mucho el viento que haga, y que nos deje disfrutar de los días. Que pases una feliz tarde, Enrique.
Un abrazo.
Gracias, María, tus palabras son como caricias.
EliminarUn fuerte abrazo