01 octubre 2025
- Hoy voy a dejar aquí un texto que escribí en esta misma fecha, pero del año 2010. Guardar en el recuerdo aquello que siempre me hizo feliz es para mí inevitable.
01 octubre 2010
- “Hubiera dado lo que fuera porque el compañero de habitación de hospital, hace ya muchos años, estuviera aquí, hoy, Mamá”. Así lo dije yo a mi madre el día que cumplí los 15 y ya me sentía un hombre. Había dejado de ser Infantil y ahora ya podía jugar con los Juveniles de la DAMM.
- Él, ellos, se acercaba/an cada día a verme mientras yo no podía moverme de como estaba, tumbado en el postoperatorio del dolor en el Clínico de la Barcelona del 58. El Doctor Mir y Mir hizo su trabajo, pero Manuel y mi Avi Enric, hicieron mucho más, me enseñaron algo muy escaso.
Todos iban y venían, pero él siempre estaba allí cuando todos se iban. ¿Él? – ¿Y quién es él? – Él eran dos, mi Avi Enric, que aparecía cuando le parecía bien, aunque yo siempre pensé que él estaba detrás de las cortinas del fondo de la gran sala donde yo yacía y cuando no había nadie, allí estaba él con su fiambrera de aluminio y su tortilla de patatas válida, tan solo, para dioses, para que yo la devorara, aún muerto de dolores y de problemas, con mis nueve primorosos años. El otro era Manuel, un chico negro, o eso me parecía, gordo muy gordo y que andaba con mucha dificultad, hacía lo mismo que mi Avi Enric, aparecía, con su bata de enfermo de hospital, aparecía sin que yo me enterase. Se sentaba junto a la ventana y me contaba lo maravilloso que era el mundo exterior: “Enric, hay ahí unos árboles gigantes que están deseando verte, y más abajo, en el jardín, hay un montón de flores esperando que pases tú para cogerlas y así llenar el alma de tu Mamá que bastante está sufriendo, la pobre, con lo tuyo”.Manuel era así, a él nunca nadie le venía a ver, o eso me decía, pero que los suyos, aunque estaban muy lejos, se contactaban con él a través del aire que insufla el alma cuando nota que necesita el flujo del adivino que quiere y nos hace creer que algo existe.Un buen día Manuel dejó de venir y al otro también y yo empecé a extrañarle, Pensé que se habría enfadado conmigo por mis constantes quejas sobre mis dolores. A las dos semanas me pude levantar y me levanté, me acerqué a la ventana en la que solía sentarse Manuel a contarme cosas y me di cuenta que la vista era horrorosa pues daba a un patio interior del Clínico. Llamé a la enfermera y le pregunté por Manuel. Me dijo que no sabía quien era. Me salí al pasillo y busqué en la sala contigua, pregunté por Manuel; “Sí, ese chico gordo, muy gordo, negro, o mulato, y que …” – Una enfermera se arrodilló ante mí, me cogió por los hombros y me dijo; “Tu debes preguntar por Maymûm, y tú debes ser Enric: Maymûm era ciego, su diabetes y su obesidad mórbida lo tenían muy atado a este hospital, intentó arreglar sus problemas y no pudo ser, una mañana de hace dos semanas se lo llevaron al quirófano pero no volvió nunca aquí, se fue a un lugar donde nadie puede verlo, pero me dijo que si no volvía, pero si tú venías a verlo, que no pensaras que se había olvidado de ti, solo se había ido con sus padres a los que hacía ya mucho tiempo que no veía, pero que algún día os volverías a ver”.
N: Esta historia me la escribió una de esas personas queridas que estuvo allí para verlo y que guardó hasta que me hice algo más mayor para que me acordara siempre de Maymûm y a mí, siendo o no así la historia, me gusta recordarla de esta manera.
Una historia real, querido Amic Enric Tarrago. Y un destinatario de la misma acorde con ella!
ResponderEliminarNo cabe decir una palabra más!
Fuerte abrazo.
Así es, Ernesto.
EliminarUn fuerte abrazo.
Una historia emotiva, y un regalo de aquel compañero de habitación en el hospital... Maymûm te dejó un agradable recuerdo de vida. Gracias por traerla de nuevo y compartirla. Es aleccionadora, sin duda.
ResponderEliminarHasta pronto.
Así es, Clarisa, aún tengo capacidad para recordar esos bellos pasajes de mi vida.
EliminarUn abrazo.
Qué tierna y emotiva vivencia, Enrique! Ese niño pudo iluminar tus dolores con sus fantasías y vivir también él esas ilusiones, un abrazo!
ResponderEliminarEmocionante recordarlo, María Cristina.
EliminarUn abrazo.
Há ocorrências na vida das pessoas que são marcantes e das quais não nos conseguimos desligar.
ResponderEliminarAbraço de amizade.
Juvenal Nunes
Quedan grabadas en el alma, Juvenal.
EliminarUn abrazo de amistad.
Tanta concentrada emoción me conmovió, amigo... Abrazo sinceramente agradecido!!
ResponderEliminarSí, es conmovedor, no la podré olvidar nunca esta historia.
EliminarUn abrazo, Carlos.
Ciertamente para ti Maymûm fue un ángel . Emociona mucho saber de estos actos de bondad. Entrañable tu recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Un ángel, hoy sería el día de su Santo (Ángel), me emociona recordarlo.
EliminarUn abrazo, Cecilia.
Me conmovió la historia uno no debe juzgar a las personas a pesar de que es muy dificil. Te mando un beso.
ResponderEliminarNo, no se debe sin saber, querida Judit.
EliminarUn fuerte abrazo, escritora.
Que linda historia, emocionante, te leía y la emoción me nublo la vista.
ResponderEliminarAbrazo.
Y a mí cada vez que la leo, María Rosa. Eres un alma sensible, creo que todos ante una historia así, lo somos.
EliminarUn fuerte abrazo.
Entrar en tu espacio, en este maravilloso blog donde escribes, es hacerlo a un lugar donde la sensibilidad está a flor de piel, donde la escritura es sencillamente arte, donde se capta un corazón hermoso y bueno. Tu historia, cómo no, conmueve. Y me hablas del hospital de esa historia singular tan humana. Nosotros, mi mujer y yo, pasamos al lado de nuestro hijo de siete años un año en el hospital del Valle Hebrón, con el alma en un puño respirando por su vida como lo hacía él. Las historias que vivimos allí, durante ese tiempo, fueron simplemente maravillosas y singulares; en esos momentos sí que se siente solidaridad y amor. Gracias, Enrique, si estuvieras cerca te daría un inmenso abrazo, te va desde aquí.
ResponderEliminarGracias, Teo, lo siento como si lo hubiera recibido.
EliminarUn fuerte abrazo.
Me ha venido a la memoria algo muy parecido con ocho años a punto de cumplir los nueve pase una larga temporada en el hospital con problemas de movilidad también y recuerdo a un señor al que se le llamaba cariñosamente el "pipas" ( no se si era por ser de la localidad de Villada donde se encuentra la empresa Facundo o porque fumaba en pipa ya que entonces se podía fumar en los hospitales). Este señor iba de sala en sala animando aquellas personas que no podíamos salir de las habitaciones, aun le recuerdo bailando con una almohada.
ResponderEliminarSaludos.
Me alegra saber que mi texto te ha llevado a recordar viejas y felices gestas de tu vida infantil.
EliminarUn abrazo, Tomás.
Una historia maravillosa llena de sentimiento tambien .
ResponderEliminarMuy bonita .
Me alegro que con mis actualizaciones te traigan recuerdos y espero que buenos .
No se si hace años que no vienes por aqui , pero si algun dia qiieres que te saque alguna foto en especial de esa zona o de otras , no tienes mas que decirmelo.
Un gran abrazo.
Gracias, Joaquín. Te lo agradezco, pero tengo a mis hermanos y sobrinos que viven en Barcelona y aunque hace mucho tiempo que no voy a verlos, las nuevas tecnologías nos hacen estar cerca.
EliminarUn abrazo.
Gracias, Enrique, por esta conmovedora y entrañable historia, que ha llenado mi alma de emociones.
ResponderEliminarY gracias también, por rescatar esta joya literaria, que merece ser preservada para el futuro por su belleza y narrativa.
Un fuerte abrazo, amigo.
Gracias, Manuel, eres una persona encantadora.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hay historias y experiencias que no se ollvidan. Lo que es una suerte es encontrate en un momento clave de tu vida, con personas de esa calidad humana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, una gran suerte.
EliminarUn fuerte abrazo.
Un recuerdo tierno y emotivo de vuestra gran amistad. Las cosas bonitas de la vida no se miden por el tiempo que duran sino por la huella que nos dejan. Un abrazo
ResponderEliminarBonito, muy bonito y así lo creo, Neuriwoman.
EliminarGracias.
¡Realmente conmovedor!
ResponderEliminar¡Qué hermoso, Enrique!
Gracias por compartirlo tan expresivamente.
Um beso, querido amigo.
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Gracias a ti, Majo, tenerte aquí es un lujo.
EliminarUn abrazo de jueves, por aquí muy lluvioso