15 agosto 2025
- Cuando tengo la suerte de estar junto a mis nietos (cinco de un solo hijo), acabo con un cansancio atroz lo cual es directamente proporcional a la dicha vivida.
- Luego, en la soledad de mi rincón, sentado en mi sillón, cierro los ojos y sonrío ... me doy cuenta de que aún y siendo un hombre de los llamados, ya, de cierta edad, la suerte nunca me ha abandonado. Fui feliz de niño, de adolescente, de mayor y ahora, seguramente, más que nunca.
- La felicidad la conocí en mis Padres, también en mi abuelo, en esas inolvidables charlas en las cenas de mi infancia donde aprendía tanto o quizás más que en la propia escuela.
- Recuerdo mis charlas con Ella (mi Madre). Recuerdo que un día le pregunté sobre la felicidad ... ¿cómo se consigue?: "No hay cómo, hijo, llega sin que puedas saberlo y tú notarás su imparable fuerza, como te embauca y, mientras, tú solo has de abrirle la puerta y dejarla hacer".
- ¿Tú eres feliz, Mamá? - le pregunté.
- Ella me miró a los ojos, puso sus manos en mis hombros, esbozó una sonrisa y me contestó: ¡¡¡Cómo no voy a ser feliz si te tengo a ti!!! y me abrazó fuertemente durante un largo, inolvidable y sentido espacio de tiempo.
- Mi Padre, que al parecer estaba detrás mío escuchando nuestra conversación, sin mediar palabra, se unió a nuestro abrazo. Momentos que nunca he podido olvidar y mi Padre, al parecer (según supe años después), tampoco.
- Sencillos recuerdos que hacen de ellos un impulso a que la felicidad sea definible de una u otras maneras, según sepamos hacerlo ... y vivirlo.
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