01 agosto 2025
- Tuve una bonita charla esta mañana en un centro de salud y cuando me puse a recordarlo... me quedé con el alma joven e imaginaria encerrada en un cuerpo intratable.
- Ella era una señora amable, jovial (83 años me dijo que tenía), buena conversadora, mucho, con ganas de contar, de ser, de vivir ... un encanto. Me contó lo que su alma necesitaba contar apoyándose en sus silencios ... soledad, abandono familiar, viudedad reciente, enfermedad posiblemente terminal, familia desplazada por destinos profesionales lejanos ... la sentí muy cerca, escuché todo lo que pude hasta que el monitor de avisos se encendió para llamarla sonora y gráficamente.
- Apoyé la cabeza en la pared tras la poco amable silla del centro de salud, cerré los ojos ... pensé lo afortunado que yo era.
- Me di cuenta de que, con aquella charla, debía comprender que los silencios compartidos pueden ser tan elocuentes como las palabras. Aquella mujer me dejó mucho más que una historia: me dejó humanidad, fortaleza y un espejo en el que mirar mi propia suerte. A veces, basta con escuchar para descubrir lo afortunados que somos por poder hacerlo.
Es cierto, Enrique: la gente nos sencillas pero decisivas lecciones de vida. Lo que cuentas nos abre un poco más a la esperanza de conseguir un mundo mejor para todos.
ResponderEliminarAndo de vacaciones hasta septiembre y apenas rozo esto entre ires y venired.
Te tengo como uno de mis referentes, como un buen amigo. Cuídate mucho y bien. Seguimos en otro momento.
Fuerte y caluroso abrazo.
Gracias, Teo. No dejes de disfrutar de tus vacaciones, un reset de todo tipo siempre viene bien. Agradezco tu visita y tu interés.
EliminarUn fuerte abrazo.
Escuchar y encontrar similitudes es un privilegio. te mando un beso.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Judit.
EliminarUn abrazo, escritora.
Que bueno que la señora amable encontró quien la escuché y comparta por un momento su sentir. Le debe haber dado fuerzas, tanto como ella te las dio a ti.
ResponderEliminarAbrazo, Enrique, y que pases un bonito fin de semana!
Gracias, Cecilia. Sí, se me da bien escuchar y me siento bien cuando lo hago.
EliminarFeliz sábado
Una entrañable historia, la de ella, por real y compartida. Y una experiencia extraordinaria, la tuya.
ResponderEliminarHumanidad y fortaleza. Y en tu caso la "suerte" de no estar en una situación como esa.
Fuerte abrazo, querido Enrique. Bonito finde!
Lo has resumido a la perfección, amigo Ernesto. Escuchar es algo que, al parecer, se ha vuelto un bien imposible en esta era. Tengo la facilidad de "enrollarme" con todo el mundo allá donde vaya, me siento a gusto y me gusta ser correspondido en esas conversaciones que en los últimos años he ido abandonando por falta de no aparecer en ellas dada mi escasa movilidad. Mis lugares favoritos eran el quiosco de Antonio, el Bar de Juanito y el banco de la Playa frente al "Sitio". Una delicia que ya no puedo disfrutar. En fin, siempre nos quedan las videollamadas con la familia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Has ejercido tu profesión, la escogida y disfrutada, con sabiduría y diligencia. reconocimiento y éxito. Pero, dadas tus cualidades de, más que "enrollarte", que también, dialogante esmerado, podrías haberte dedicado a la diplomacia oficial. :)))))
EliminarGran abrazo, amigo Enrique.
Me lo tomaré como un halago, gracias amigo Ernesto.
EliminarA veces sucede que tenemos que prestar atención a las supuestas charlas de momento, todo nos deja enseñanzas, un abrazo Enrique!
ResponderEliminarEso creo, María Cristina, esas conversaciones inesperadas son una fuente de vida.
EliminarUn fuerte abrazo.
Es tan importante saber escuchar. Y cuántas veces pensamos en hablar y contar nuestras cosas, sin detenernos a escuchar a los demás. Deberíamos aprender como bien lo sabes hacer tú. Me parece un gran gesto el tuyo, ETF, pero es que, además, lo valoras. Demuestras tener una gran sensibilidad, y además, eres empático. Nos has dado con esta entrada una lección de vida. Me resulta muy gratificante leerte.
ResponderEliminarQue pases un feliz fin de semana.
Un abrazo.
Gracias, MARÍA, lo repetiré una vez más: eres muy amable.
EliminarUn abrazo.
Muy lindo relato, es verdad escuchando a la gente muchas veces nos encontramos con dramas que parecen salir de una novela y los cuentan con la paz del que sabe que debe aceptar y seguir adelante.
ResponderEliminarBello domingo Enrique.
Así es, María Rosa. Precisamente ahora me acuerdo de algo que decía mi médico más antiguo, allá por los 60, y que era algo así: "La principal medicina de un médico es saber escuchar". Bien entendido ese mensaje es trasladable a todos los escenarios que queramos aplicarlo.
EliminarUn abrazo.
Uma imagem tenebrosa a acompanhar um relato dramático.
ResponderEliminarA vida não perdoa. Tudo tem o seu tempo.
Abraço de amizade.
Juvenal Nunes
Así es, Juvenal, es implacable.
EliminarFuerte abrazo, escritor.
Qué historia más plena de humanidad, de empatía, de sensibilidad.
ResponderEliminarEsa mujer que, con dignidad, contaba sus avatares de la vida seguro se fue de allí con una "mochila" menos y una sonrisa gracias a tu escucha atenta Enrique.
También soy de las que va "charlando" por la vida y oyendo lo que el interlocutor o interlocutora quiere contar.
Espero estés disfrutando de tu "domingo familiar".
Abrazo ¡que tengas un buen comienzo de semana!
Gracias, Dulce Lu. Así es, me encanta charlar con la gente, gente amable y sensata, claro, pero procuro no discutir, ya no tengo edad, ni salud para ello.
EliminarUn fuerte abrazo, querida amiga y, ah, no cambies nunca.