21 julio 2025
- Soltar amarras es una vieja y no siempre doliente interpretación, que se le da a cualquier expresión aligerada y llena de orgullo y vitalidad, que puede expresar todo aquel que suele dejar todo lo material, moral y social que tiene en un lugar y se lanza a la aventura de buscar y encontrar la felicidad y nuevas oportunidades ofrecidas en un nuevo mundo.
- Hoy, quisiera hablar de ello, de esas ilusiones que nos mueve y movió, a todos lo que hemos practicado esa "suerte" de vida, para lo cual habrá que decir que, entonces, no fue fácil tomar esa decisión.
- No fue fácil soltar amarras, pero fue profundamente acertado. En aquel lejano 1978, con tan solo veintiocho años, tomé una decisión que cambiaría el curso de mi vida: dejar mi querida Barcelona para trasladarme con toda la familia a "La millor terreta del mon" (a más de 500 km de mi casa), y asumir la responsabilidad de un ambicioso proyecto de construcción de viviendas de gran envergadura.
- Aquella oportunidad profesional colmaba mis aspiraciones más íntimas. Hoy, más de cuatro décadas después, puedo decir sin titubeos que el riesgo valió la pena. Me fue bien, muy bien.
- Por eso, desde esta experiencia vivida, invito a quienes estén frente a una encrucijada vital o tengan la responsabilidad de orientar a quien pudiera hacerlo, a no temer y/o a que no teman al salto.
- Las oportunidades no suelen repetirse, y la valentía, acompañada de sensatez y autoestima, es el pasaporte hacia un futuro inesperadamente luminoso. Agradezco profundamente haberme atrevido, entonces y siempre, a soñar en grande.
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