16 julio 2025
- Hubo un tiempo en nuestra feliz y reprimida pubertad que la moral en las cuestiones de indumentaria era otra cosa y no hablo solo de la de baño o de deporte, no, hablo del recorte que la modernidad y la llamada apertura del momento había ido reduciendo sistemáticamente el tamaño de las prendas de vestir en todos los usos y mientras a nosotros nos parecía un gesto de modernidad imparable a nuestros mayores les parecía una obscenidad.
- Hoy hablar de ello ya no es nada obsceno, pero si la gente de hoy se trasladase tal cual viste en las noches de ensueño, danza, romance y alcohol a los cálidos veranos de aquella dulce, algo ingenua y hasta feliz pubertad ... en fin, mejor no pensarlo pues acabamos descubriendo que la modernidad que tanto nos embargó en esa época había muerto al llegar a los que ahora ya tenemos cierta edad.
- Un viejo consejero de una de las más importantes empresas del IBEX, me preguntaba anoche:
La apertura sexual, el auge de la sensualidad sin límite, el escaso recato en las normas de la vestimenta pública y alguna causas y praxis que voy a omitir aquí ... ¿tienen que ver todas esas liberaciones en el comportamiento y escasa vida de las parejas; del distinto modo de educar a nuestros nacientes enanos y que provoca ciertas reserva a la hora de comportarse en público; al escaso interés de las generaciones crecientes por la estabilidad laboral y profesional y, preferentemente, por su ausencia de interés en un mañana prometedor?
- No sabía que contestarle pues a las personas de "cierta edad" se creen (nos creemos), que están (estamos), en posesión de la verdad, pero me atreví a hacerlo:
Quizá la moral nunca fue un patrón fijo, sino un espejo del alma de cada época y de cada individuo. Las formas cambian, los tiempos se transforman, pero lo esencial permanece: vivir con coherencia, respetar la diversidad y entender que cada generación encuentra su verdad en su propio camino.
- La moral nace en cada individuo, libre y cambiante.
La vida es cambio, eso es inmutable y así se comporta paradójicamente, no hace más que cambiar, es decir impermanece, es y deja de ser, viene y va... como los comportamientos mundanos, verdad?
ResponderEliminarAbrazo hasta vos allá.
¡¡Vwrdad!! maestro.
EliminarMe llegó ese abrazo, amigo Perrotti.
Gracias. Va el mío de vuelta.
Concuerdo contigo en la ultima frase. Yo creo que mientras no tratemos a las personas como deseamos que nos traten la moral solo sera algo inservible. Te mando un beso.
ResponderEliminarSabio comentario, querida Judit.
EliminarUn fuerte abrazo, escritora
Por ahí va la vida, generalmente!
ResponderEliminarFuerte abrazo, amigo Enrique.
Uf, te estaba esperando, querido Ernesto. Ya me quedo más tranquilo.
EliminarUn fuerte abrazo.
:))))))
EliminarComprendido
EliminarEs verdad que cada quien construye su moral, pero el afuera contribuye mucho, sobre todo en los jóvenes que son maleables en su adolescencia, los padres tenemos que estar atentos para poder ayudarlos en su camino, un abrazo Enrique!
ResponderEliminarCuanta razón tienes, María Cristina, decía mi viejo profesor de latín, allá por los cincuenta: La educación empieza en casa.
EliminarFeliz jueves.
Hola Enrique, veo que estás devuelta de tus largas vacaciones, esto me da un alegrón, créeme.
ResponderEliminarY después de leer tu texto del que estoy totalmente de acuerdo, en nuestra juventud todo estaba prohibido, todo era pecado, pero yo quizá fui un poco adelantada al tiempo, no en vestimenta, pero si paseaba con mi novio del que sería mi marido, cogidos de la mano. No estaba bien visto, pero nunca le dimos importancia.
Y me quedo con tu repuesta, creo que es perfecta.
Quizá la moral nunca fue un patrón fijo,
Adelante campeón, un abrazo.
Gracias, Marina, me encantó leerte. No cambies nunca.
EliminarAbrazo de jueves.